En una olla con abundante agua hirviendo cocer los macarrones con el tiempo indicado por el fabricante.
En un procesador de alimentos, o con un mortero, machacar las patatas fritas hasta dejarlas hechas polvo (como si fuera pan rallado). Reservar.
Hacer lo mismo con un pequeño taco de queso, e integrar con las patatas para que queden mezclados. Reservar.
Para la bechamel de morrones; en un cazo verter la leche y poner a calentar a fuego medio (sin que llegue a hervir).
Mientras, en un cazo a fuego medio, poner la mantequilla hasta que se derrita, justo entonces añadir la harina y con ayuda de un tenedor o varillas mover hasta que se integren juntas y sin grumos.
Mover unos segundos y añadir toda la leche caliente de golpe sin dejar de mover.
Sazonar con pimienta blanca, sal y nuez moscada y pasar la "bechamel" al vaso de la batidora. Añadir 2 quesitos y la lata escurrida de pimientos morrones.
Batir a velocidad media hasta que se desintegren los morrones. Reservar.
Escurrir los macarrones y verter en una bandeja resistente al horno previamente engrasada con aceite de oliva virgen extra (la mía es de cerámica de gress de Le Creuset).
Verter la bechamel de pimiento morrón, esparcir los tacos de queso de cabra semicurado y mover para que todo quede integrado. Espolvorear las patatas fritas con el queso por la superficie de forma homogénea.
Hornear en la bandeja del medio durante 15 minutos a 180ºC durante 3-5 minutos con la función del gratinado (o con el fuego sólo en la parte superior) para que se gratine y las patatas queden doradas.