En primer lugar pondremos a desalar el bacalao cortado en piezas el día de antes. Le cambiamos el agua cuando lleve un par de horas.
Emborrizamos el bacalao en harina de trigo y freímos en una sartén con abundante aceite de oliva virgen caliente. Conforme estén dorados y fritos, los vamos apartando en una cazuela de barro.
Una vez frito el bacalao, es el turno de las patatas. Cubrimos el fondo de una sartén con aceite de oliva virgen extra, y freímos las patatas hasta que estén doradas. Es importante no pasarse para que no se rompan.
Con ayuda de una espumadera, vamos sacando las patatas dejando que escurran en la sartén el aceite restante, y vamos colocando las patatas encima del bacalao en la cazuela de barro.
En el aceite que han dejado las patatas freímos la cebolla cortada en cuadraditos, y una vez que empiece a coger color, la echamos por encima de las patatas en la cazuela de barro.
Añadimos a la cazuela perejil picado fino, y azafrán en hebra. Agregamos el caldo de pescado (sólo hasta cubrir levemente las patatas) y ponemos el fuego a medio (entre 6-7 en vitro o inducción)
Cuando empiece a hervir, probamos de sal (entre el caldo y el bacalao no suele ser necesario añadirme más, pero por si acaso). Cascamos por encima los huevos. Y retiramos el guiso del fuego cuando las claras estén cocinadas y las yemas en su punto. OJO!! Vigila bien que las yemas no se pasen.
Disfrutar con un buen vino y pan de pueblo :)